Polos opuestos y Equipos de trabajo

«Los polos opuestos se atraen».

¿A quién alguna vez en la vida no le ha tocado escuchar – o decir – esa frase? Es más, la misma ha sido responsable de verdaderas luchas fratricidas entre dos bandos:

  • el que defiende esa postura, expresándose en favor de lo enriquecedoras que pueden llegar a ser las diferencias;
  • y el que considera mucho más sanas las parejas en las que abundan los «puntos en común».

Está claro que para gustos los colores. Además, ambas opciones son totalmente válidas ya que en el amor todo es posible y, sobre todo, impredecible.

Sin embargo, hablar de pareja no tiene por qué llevarnos al terreno sentimental. ¿Acaso no hay parejas de trabajo?

La respuesta es bastante evidente: claro que las hay.

Si es que «la unión hace la fuerza» (otra frase que tampoco carece de celebridad).

Hoy en día, muchas empresas promueven el trabajo en equipo. La idea es que se fomente el apoyo entre compañeros, consiguiendo varias metas seguramente beneficiosas para la compañía como, por ejemplo:

– un ambiente de trabajo más sano y cooperativo, en el que la gente se sienta libre de expresarse y no haya cohibiciones;

– un entorno competitivo, estimulante, debido a que todo el mundo – si bien en diferentes formas y medidas – quiere demostrar ser mejor que los demás (recordemos que el ego es propio del ser humano, algo que tiene de serie);

– en muchos casos, un aumento de la productividad, ya que cuatro manos – se supone – sacan más trabajo que dos y en tiempos más rápidos.

El secreto, la «conditio sine qua non» para conseguir resultados tan prometedores, está en la elección estratégica de los miembros que formen parte del equipo (independientemente del número de integrantes).

Se trata – o debería de tratarse – de un proceso parecido al de selección del personal. Es fundamental estudiar los perfiles de los profesionales implicados, teniendo en cuenta las competencias que requiere el desarrollo del proyecto en cuestión y la compatibilidad con el resto de compañeros (sea uno o sean varios).

Por supuesto que el grado de conocimiento de los candidatos que pueda tener la persona llamada a formar los equipos tiene un peso considerable. Sin embargo, hay herramientas que desde luego simplifican a la ejecución de esta tarea clave para el éxito del proyecto.

Existen, por ejemplo, cuestionarios de personalidad como el conocido test DISC.

El ideador del DISC, William Moulton Marston [1], basándose en un análisis de los cuatro hemisferios del cerebro humano, elaboró una teoría según la cual, la respuesta de cada individuo a diferentes situaciones de la vida depende de cuán desarrollados tenga lo siguientes perfiles:

C, azul: el cuadriculado. Las personas que tienen un alto porcentaje de este perfil se caracterizan por tener un ritmo lento, cierta predisposición por las tareas más que por las personas y un fuerte interés por los datos numéricos, por la precisión;

D, rojo: el dominante. Igual que el caso anterior, los individuos en los que predomina este perfil suelen enfocarse en la tarea. Sin embargo, se caracterizan por un ritmo tendencialmente rápido. Son personas decididas y ejecutivas, aunque a veces carecen de empatía y tienden a imponer sus opiniones;

S, verde: el tranquilo, sereno. Un alto porcentaje de este perfil se traduce en una personalidad pacata, estable de ritmo lento y elevada predisposición para las relaciones interpersonales. Se suele tratar de personas empáticas, dotadas de una enorme capacidad de estrechar lazos estables y duraderos;

I, amarillo: el influyente. Sin duda un elevado porcentaje de amarillo denota un carácter creativo y extrovertido, de ritmo rápido y más enfocado a las personas que a las tareas.

Es importante tener en cuenta que no existen perfiles «puros». Replicando la estructura de nuestro cerebro (formado por cuatro hemisferios), la personalidad que vamos desarrollando a lo largo de toda nuestra vida se compone de esos cuatro colores. Como un pintor, traza líneas, dibuja figuras y mezcla tintes, haciendo que nos parezcamos manteniendo nuestra originalidad.

Someter al personal a la prueba DISC permite disponer de forma rápida de información extremadamente útil, sobre todo en relación con la ya comentada selección de los miembros de un equipo.

Supongamos, por ejemplo, que una agencia de marketing y publicidad reciba un encargo de un cliente muy exigente, pero poco decidido, dispuesto a pagar una ingente suma de dinero.

¿Qué pasaría si se emparejaran un perfil altamente rojo y otro a tendencialmente azul?

Pues, con buena probabilidad, el equipo sacaría el trabajo a tiempo, entregando un producto de calidad impecable. Sin embargo, no impresionaría al cliente, ya que para lidiar con su indecisión haría falta una buena dosis de empatía y conexión emocional.

¿Y si, en cambio, se escogieran y emparejaran un perfil amarillo dominante y un verde?

Casi seguramente, el cliente estaría más contento con el resultado, pero es posible que no lo apreciaría en su versión final, desistiendo por los tiempos largos y los retrasos habituales en las entregas. No es de extrañar que los creativos y los «zen» sin una guía, son incapaces de cumplir plazos.

Último intento: ¿Qué tal un amarillo con un azul?

Esta combinación podría funcionar. Según la teoría de Marston, se estarían combinando literalmente polos opuestos. Vamos a analizar el hipotético resultado del trabajo conjunto de estos dos caracteres:

– el amarillo, gracias a su creatividad y a su predisposición por las personas más que por las tareas, conquistaría al cliente, recurriendo a sus excelentes habilidades comunicativas para enamorarle;

– el azul debido a sus dotes organizativas, conseguiría ordenar las ideas de su compañero, favoreciendo la entrega de un producto impecable y respetando los plazos.

Se podría obtener un resultado parecido juntando un perfil rojo – dominante con uno amarillo, sin embargo, el ritmo rápido que suele caracterizarlos podría hacer que chocaran, perjudicando el resultado final del trabajo.

Así que sí, finalmente todo apunta a que – por lo menos por lo que concierne a las parejas profesionales – los polos opuestos funcionan. Y, por si el ejemplo descrito no fuera suficiente, me gustaría reportar información de primera mano para apoyar esta tesis.

Actualmente, estoy colaborando en un proyecto de implantación de una solución de CRM integrado. Probablemente debido al tipo de tareas que estoy desempeñando, noto que mi lado amarillo sobresale notablemente. Así que pongo todas mis ganas y mi energía en la preparación y posterior impartición de sesiones formativas en las que conocimientos y entretenimiento coexisten a la perfección; utilizo toda mi creatividad para generar materiales útiles y de buena calidad: manuales interactivos, videotutoriales, infografías etc. Aprovecho mi personalidad tendencialmente empática para ganarme a los alumnos, quienes no dejan de ser empleados con cierta reticencia al cambio, los acompaño en un camino que supone abandonar su zona de confort. Lo que me tranquiliza y me permite trabajar con entusiasmo es el hecho de contar con una pareja profesional muy azul, eficiente y organizada.

No sería capaz de cuantificar la cantidad de veces en las que sus instrucciones, sus ficheros Excel, sus calendarios han hecho que no me desmorone, sacándome de algún que otro apuro. Su ritmo lento hace que esté más atenta al detalle, que pare, que me tome mi tiempo para reflexionar. Su increíble predisposición por los números hace – entre otras cosas – que los alumnos se repartan en grupos equilibrados, generando un entorno altamente didáctico.

Podría seguir enumerando las razones por las cuales nuestro dúo es un claro ejemplo de cómo el secreto para que el trabajo en equipo funcione es complementarse, sin embargo, correría el riesgo de perderme en mi caos creativo. Es lo que pasa cuando un amarillo no tiene a un azul para contener su flujo de pensamientos: se desborda, igual que un río en época de lluvias.

Así que concluyo volviendo al principio de este artículo: ¿será verdad eso de que los polos opuestos se atraen?

En el ámbito profesional, como en un campo magnético, la respuesta es que sí.

Y, ¿en lo sentimental?

Difícil decirlo. Igual, a la hora de elegir pareja, deberíamos considerar la posibilidad de recurrir a la prueba DISC.

Y tú, ¿qué opinas?


[1] Emotions of Normal People (Emociones de la gente normal), William Moulton Marston 1928.

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2 comentarios

  1. Muy interesante, Caterina.
    Yo misma llevo un año trabajando mi parte azul y me parece que estoy consiguiendo grandes logros: sigo con mi orientación a personas, con mi creatividad y entusiasmo en mi labor también comercial y a la par estructuro mucho mejor mis tareas y tiempos. Ahora la parte analítica no se me resiste, es un apoyo y una ayuda.

    Tengo un caso cercano Rojo-Verde que también me da que pensar en cómo nos podemos complementar.

    Lo más importante, como bien dices, todas las personas tenemos todas las herramientas y conocerlas facilita la adaptación a cada contexto.

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